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Arriendos por las nubes en Medellín no solo son culpa de turistas y nómadas digitales


Arriendos por las nubes en Medellín

Campaña en Provenza que señala a turistas extranjeros como la razón del alza en los arriendos reavivó el debate por el déficit de vivienda que padece Medellín desde hace 10 años.

Una campaña con mensajes en contra de los altos precios de las viviendas y de la llegada masiva de extranjeros y nómadas digitales, quienes terminaron encareciendo aún más los arrendamientos en Medellín, inundó este fin de semana los postes y muros de Provenza, ese sector costoso de El Poblado que se convirtió en el punto de llegada, hospedaje y esparcimiento de los turistas extranjeros. Los volantes pedían —en un tono que podría rozar la xenofobia— que los gentrificadores regresen a casa, que dejen de encarecer las rentas en la ciudad a punta de dólares y alquileres por Airbnb: “Gentrifier, go home”, decían en inglés las piezas de propaganda.

Hablamos en pasado porque los adhesivos no duraron dos días en la zona. A medida que el grupo que hoy acompaña la aspiración de Ana María Valle al Concejo —exsecretaria de las Mujeres de esta Alcaldía— pegaba los volantes, los comerciantes del sector los desmontaban. La campaña, de la que no queda rastro físico, estaba integrada por mensajes como estos: “Medellín no está en venta”; “¿Qué pasó con los arriendos?, detengan la gentrificación”; “Gentrificación es el nuevo colonialismo”; “Nómadas digitales, colonizadores temporales”; “Cambio Airbnb por vecinos y un hogar”.

Físicamente su esplendor fue fugaz, pero el ejercicio levantó una polvareda en redes sociales. En Twitter, voces de todos los sectores emitieron opiniones sobre el encarecimiento de la vivienda propia y en alquiler en Medellín. Y aunque el fenómeno es de mayor relevancia, la campaña terminó siendo cuestionada por su tono “xenófobo y reduccionista”: si bien la llegada de casi 1,4 millones de turistas extranjeros el año pasado a la ciudad ayuda a explicar el aumento en el costo de los arriendos y el crecimiento de las estancias cortas en algunas comunas, la problemática es multicausal.

La gentrificación es un término técnico y ahora de moda que explica los procesos de renovación urbana cuando un flujo de personas de clase media o alta se instala en ciertas zonas y desplaza a los habitantes más pobres. En el caso de Medellín, surge en medio de elementos como el déficit en construcción de vivienda nueva y la debilidad en políticas públicas de este tipo, así como la reconfiguración de las familias que aquí viven: aunque la población no ha crecido de forma considerable, las familias son cada vez más pequeñas.

Esto ha llevado a un escenario nada positivo, si nos ceñimos a los principios de oferta y demanda: hay mucha gente buscando casa pero la disponibilidad es reducida. Mejor dicho, el problema no es solo cuestión de turistas “gringos”. Va más allá: sucede hoy en decenas de ciudades en el mundo.

 

El debate fugaz


Un video de 25 segundos en el que Valle pega los carteles en puntos estratégicos de Provenza fue el que azuzó el debate en redes sociales, que desde ya pinta como uno de los temas álgidos para las elecciones de octubre próximo. Ella, en una publicación, expresó: “Los efectos del boom turístico y la revolución digital son evidentes. Airbnb se está tragando los precios del arrendamiento. El tejido social del Centro, El Poblado, Laureles y Belén está desapareciendo. No podemos competir con los salarios en dólares de los extranjeros que pasan por el país como nómadas digitales o que vienen a aprovechar su ventaja económica”.

Y aunque la razón acompaña en parte a la exfuncionaria, algunas figuras que también están en campaña aprovecharon para pescar en río revuelto y criticarla. Esteban Jaramillo, hoy precandidato al Concejo, incluso comparó la propaganda instalada por Valle con los discursos de odio promovidos durante la Alemania nazi. “Una cosa es rechazar el turismo sexual y otra muy diferente promover la xenofobia contra quienes deciden venir a hacer su vida en Medellín”, sostuvo.

Otros cuestionaron la coherencia de Valle, quien ha adoptado en su campaña las banderas de la diversidad. “Entonces Valle promueve la diversidad, con ‘Medellín valle de colores’, pero a la vez promueve la xenofobia. Más incoherente imposible”, dijo un usuario en Twitter.

Pero la inconformidad escaló y hasta congresistas como el representante Daniel Carvalho se pronunciaron. El urbanista y exconcejal de Medellín sostuvo que culpar a los extranjeros de todos los males no es la salida y que, por el contrario, “eso impide análisis complejos y la implementación de propuestas integrales”.

Otro que no se quedó al margen de la conversación fue el alcalde Daniel Quintero, quien respaldó la campaña de su exfuncionaria y enumeró tres causas que para él explican el encarecimiento de la vivienda en la ciudad: reducción del desempleo, turismo y nómadas digitales, y las limitaciones para construir en las inmediaciones del aeropuerto Olaya Herrera.

El diagnóstico del mandatario lo vienen proyectando los sectores académico e inmobiliario desde hace varios años. Lo que no dijo el alcalde es que su administración carga con parte de esta responsabilidad, pues se raja en la construcción de vivienda para las clases más vulnerables. De las 5.720 unidades que prometió en campaña, apenas 982 apartamentos están actualmente en construcción (ver Para saber más).

Aunque este dato puede parecer sacado del sombrero a esta altura, dice el ingeniero civil Mateo Castaño que esta es una de las causas que explica el aumento de los arriendos. Las otras razones tienen que ver con el fortalecimiento de las plataformas que promocionan viviendas de renta corta en la ciudad y el crecimiento de la demanda de casa por parte de núcleos familiares pequeños.

 

La radiografía

La primera explicación la amplían los constructores de vivienda. Según la Lonja de Propiedad Raíz de Medellín y Antioquia, no solo se han dilatado los tiempos de entrega de las viviendas nuevas por temas logísticos —un impacto indirecto de la pandemia—, sino que cada vez hay menos suelo urbanizable por la topografía del Valle de Aburrá.

“En Medellín se están desarrollando menos proyectos habitacionales con respecto a otros municipios del área metropolitana; y lo que se ejecuta se está haciendo de forma lenta, cuestión que deriva en entregas demoradas. Por esta razón, de lo que se vende entra solo el 18% al mercado de arrendamientos. Esto resulta en menos unidades disponibles”, nos explicó Federico Estrada, gerente de La Lonja, hace unas semanas.

La lectura la comparte Castaño, para quien la ciudad viene estancada en construcción de vivienda desde 2009. “Seguimos construyendo los mismos metros cuadrados de vivienda que hace 15 años, entre 600.000 y 800.000 por año”, dijo. Y agregó, tal cual expresó Estrada, que municipios como El Retiro, Sabaneta, Rionegro, La Ceja, Envigado y La Estrella superan en más de diez veces los desarrollos inmobiliarios emprendidos en Medellín desde 2015 en adelante.

En cuanto a las viviendas para turismo, el crecimiento fue de 119% en 2021 y de cerca del 80% el año pasado. Y es que la llegada de extranjeros, salvo el primer año de la pandemia, ha registrado un comportamiento sostenido. Mientras que en 2019 llegaron a la ciudad 929.830 pasajeros internacionales, en 2022 fueron 1.386.153 (un 49% más).

Parte del crecimiento de las estancias cortas responde el porqué se están terminando los contratos de arrendamiento con los inquilinos locales para ofrecerlos en plataformas como Airbnb. Recordemos que hoy la ciudad, según el Dane, es la ciudad del país con los precios más altos en esta materia. Lo otro es que la demanda también creció por la atracción que tiene Medellín entre los nómadas digitales, viajeros que trabajan de forma remota mientras viajan de país en país. Nomad List, página web que ofrece lugares para vivir y trabajar bajo este modelo, ubica a Medellín como el cuarto destino recomendado en Latinoamérica, solo después de Ciudad de México, Buenos Aires y Florianópolis (Brasil), superando a Lima, Río de Janeiro o Cancún.

Justo esto es lo problemático, según la directora de Urbam Eafit, Natalia Castaño. El crecimiento inmobiliario de la ciudad no ha ido a la par de la demanda que hoy registra por cuenta de visitantes de este tipo. “Más que algo coyuntural, hay que pensar en soluciones estructurales: tenemos debilidad en las políticas habitacionales y necesidad de desarrollos de vivienda para estratos bajos, cosa que también se ve reflejada en el encarecimiento de la renta de los estratos más altos”.

Y la última razón tiene que ver con la necesidad de viviendas por el crecimiento de familias más pequeñas. Mientras en 2012 vivían 3,62 habitantes por hogar en Medellín, en 2021 el indicador bajó a 3,25. La diferencia parece minúscula, pero multiplicada por la población del área metropolitana lleva a que en la última década la necesidad de vivienda se haya incrementado en 120.000 casas más. “Todas estas causas se explican en que la oferta está muy por debajo de la demanda, por lo que los precios suben de forma desproporcionada”, concluyó Estrada en su momento.

Similar es la opinión de la directora de Urbam, para quien el turismo extranjero deja importantes rentas en la ciudad. “Esa es una dinámica muy provechosa. La clave es encontrar formas de transferir esas ganancias a ámbitos que afrontan las consecuencias inmediatas, como el de la vivienda”. El fenómeno, entonces, no debe tratarse como un tópico más en medio de las campañas políticas que hacen carrera por esta época. Requiere cimientos técnicos y detenimiento.

 

 

Fuente: www.elcolombiano.com

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